domingo, 30 de marzo de 2008

Plástico versus Tela

Sonya Crown
soncorona@gmail.com


Hace algunos días encontré en The New York Times una historia sobre Irlanda. En ese país, el gobierno cobra un impuesto de 33 centavos por cada bolsa de plástico que un comprador lleve del supermercado. Si consideramos que, en una compra promedio, una persona lleva cinco bolsas haría un total de 1.65 dólares, con lo que se podría comprar un kilo de plátano en ese país. Ahora, los irlandeses van al supermercado con bolsas de tela.
Reducir el consumo en bolsas de plástico representa una acción local, algo que todos podemos hacer. Si cada uno de nosotros llevara su bolsa de tela o una mochila para cargar todo lo que compra, ahorraríamos millones en recursos. Veamos los números: Mundialmente, cada año se consumen de 500 billones a un trillón de bolsas de plástico. A cada minuto se utilizan un millón de bolsas, según reusablebags.com, una compañía dedicada a promover la reutilización de bolsas de tela. Además, para producir las bolsas de plástico se requiere grandes cantidades de energía y aceite.
Aunque el material de las bolsas es reciclable, sabemos que el destino secundario de estas bolsas es meter la basura que irá a un relleno sanitario y guardar alimentos. En el trayecto muchas de estas bolsas llegan a calles, ríos, mares y reservas naturales. Ahí, dañan a otros seres vivos o se descomponen en un proceso lento en el que se convierten en pequeña partículas que están en el aire y la tierra.
En Estados Unidos, la cadena de supermercados de productos orgánicos Whole Foods, ofrece a sus clientes la opción entre papel reciclado, plástico y tela. Cuando el cliente lleva su propia bolsa de tela, el supermercado le descuenta 15 centavos del total de su cuenta por cada bolsa que ahorra. En enero, esta cadena anunció que retirará gradualmente las bolsas de plástico, aunque continuará ofreciendo bolsas de papel a sus clientes.
Ahora, si pensamos en México, algunas cadenas de supermercados ofrecen bolsas de plástico indiscriminadamente, otras cobran por cada bolsa. Es curioso que en estas últimas veamos a la gente llevar los productos que compra directamente del carrito a la cajuela de su automóvil. Si las tiendas decidieran cobrarnos cada bolsa o si el gobierno implantará un impuesto por cada contenedor de plástico, es lógico que los clientes querríamos un ahorro y muchos llevarían sus bolsas de plástico. A diferencia de México, en Irlanda es socialmente inaceptable que alguien lleve una bolsa de plástico. Acciones tan sencillas que podemos hacer cada día y desde un lugar común, como un supermercado, pueden contribuir a la racionalización de los recursos naturales y la conservación de especies animales. No olvidemos que encontrar alternativas de ahorro, no sólo significa evitar gastos económicos, también implica el ahorro de los recursos naturales que nos rodean y cuyo mal uso nos afectará sólo a nosotros.

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